LA TÍA QUETA
Desde niña siempre escogía ser Marlene Dietrich en los juegos, ya fuera de la muñecas, de las mamás de estas, o el aspiracional “mujeres de mundo”. Vestirse enigmática y elegantemente como esa estrella y mito hollywoodense, era reinventar todo un entorno huamantleco, no solo era transformar abrigos de las hermanas mayores o incluso los sacos y sombreros de los hermanos en atuendos de alfombra roja, no, claro que no. Era algo con mas caché, era todo el rediseño y concepto, de modificar, el trapo de cocina, los estambres olvidados, las zapatillas enormes de las tías, las saleas de animales y carpetitas que adornaban los muebles, todas esas “ simplezas “ llevarlas a la confección sublime y momentánea de abrigos de mink, gorros de chinchilla, boas de plumas de avestruz, sombreros con toquillas y adornos de amapolas naturales con entramados de tréboles y retoñitos de cardamomo. Era tomar varitas de carrizo y transformarlas en boquillas largas para los cigarros exóticos elaborados con un trozo de papel periódico o de estraza, boquillas de glamur para esos cocteles donde la feminidad, la coquetería y la elegancia no permiten que una mano desnuda tome una copa o el cigarro, por eso las manos no salían a la calle sin ser vestidas con guantes de muñeca o de codo, los cuales en este caso eran sustituidos de manera magnánima y elegante por calcetines radiantes, lustrosos, que aparentaran el razo fino que va bien con las mujeres de buen gusto, esas mujeres que con delicadeza elevan la copa en una mano y suspenden el cigarrillo en la otra como en un arte de extender las alas sin volar y brindar al aire por la belleza, para después desde el pedestal de las ninfas, mirara de re ojo como todos los hombres caen derretidos a sus pies que chanclean al caminar entre ellos muertos, claro por el efecto del calzado que queda muy grande, pero que poco importa y menos perturba la belleza de esta pequeñita que, dicho sea de paso, como apareció esta diva alemana Marlene Dietrich mito del cine americano en la vida infantil y juvenil del árido entorno tlaxcalteca de mi tía Queta?. Lo ignoro, pero si lo entiendo perfectamente, depositar su alter ego en alguien, con el enigma, la belleza y la elegancia como la Dietrich era de inicio parte de su personalidad dinámica, audaz y siempre en una vertiginosa carrera contra el tiempo que para mi, caracterizo a mi Tía Queta siempre.
No se desde cuando empezó a dominar la clave morse mi tía Queta, pero cuando de niño la pasaba a visitar al telégrafo de Coyoacán donde trabajaba o milagrosamente íbamos a cobrar un giro de mi padre, me encantaba ver esa maquinita que hacia hoyos a una tira de papel que salía mientras ella movía sus deditos rápidamente en ese aparato de tres palanquitas, que luego me dejaba usar y me parecía fantástico y difícil de sincronizar, aparato que hoy seria para las nuevas generaciones un fierro con cables que le faltan teclas y una carcasa además solo tiene un sonido.
Puedo decir que mi Tía Queta fue mi otra madre sustituta, muchas veces me quede en sus casa al arropo de ella mi tío Eduardo y de mis primos cuando mi madrea viajaba al encuentro de mi padre y yo tenia que acudir a la primaria y no podía faltar, eso implicaba entrar en la dinámica de esa casa, cuyos estándares de eficiencia me parecían por demás precisos y vertiginosos, lo que mas recuerdo era que al primer aviso de “es hora de levantarse!” ponían en el radio la hora Haste!. La Hora de México, hijo e suuuu. Sentía que el corazón se me hiba salir, ese señor de la radio me correteaba de una manera subliminal y estrepitosa, diciendo tantas cosas sin sentido para un niño somnoliento y además lo hacia sin respirar, de verdad no respiraba ese tipo, y los minutos se iban y todos corríamos, nos vestíamos y alistábamos, además en esa casa si desayunaban como dios manda, mi tía nos sentaba a la mesa, una mesa de madera bi color la recuerdo bien, y aunque nunca he sido bueno para el desayuno tan apenas despertando, recuerdo que su huevo revuelto con frijoles negros era una delicia, aun hoy lo suspiro; siempre le reclame a mi madre que porque a ella no le quedaban los huevos revueltos como a mi tía Queta, a lo que respondía mi madre, tu tía tiene sus sarten mas curado ( no existía el teflón). Pero la realidad es que tenia la cualidad de que los guisos le quedaran como de revista, como de fantasía , como de película hollywoodense.
Mi tía me llevo por primera vez a los balnearios de Morelos donde junto a mis primos me la pasaba maravillado de regresos viendo los paisajes y generando juegos en el camino para no aburrirnos.
Creo que mi tía termino estancándome en un niño toda la vida, ya que fue la época en que mas frecuentaba su casa, me di cuenta un día pasado mi cumpleaños ya yo adolescente; apareció por la casa, y me dijo, mira Manuelito no creas que se me olvido tu cumpleaños, aquí te traigo tu regalito, comente que no era necesario, que no se hubiera molestado y todas esas frases aprendidas en el “ Manual de los buenos modales MONTIEL”. Me da un paquetito con un moño azul cielo y al abrirlo, encuentro una avionetita de plástico, estilizada, color naranja con amarillo eléctrico de cuerda y movia su hélice. Medite unos segundos antes de hacer un juicio sobre lo que mi tía veía en mi a esas alturas, después de deliberar entre varios adjetivos que no me favorecian opte por quedarme por el mas benevolente y conveniente para mi, me sigue viendo como un niño por mi corazón.
A mi tía me la encontraba por el rumbo un día si y otro también, de lejos, de cerca, en el mercado, por la iglesia, en la calle; hoy me doy cuenta que nuestras coincidencias en la vida estaban determinadas así, a veces ella iba ( como siempre) caminando muy deprisa viendo para abajo y yo alzaba la mano para ver si sentía mi presencia de una acera a la otra, pero la respuesta era negativa . No contacto visual no saludo, en otras donde nos topábamos casi de frente caminábamos juntos compartiendo la andada hasta donde los destinos nos separaran y ahí nos despedíamos hasta el próximo encuentro.
Mi tía solía acudir a casa de improvisto a ver a mi madre para platicar, por ser las mas cercanas de edad tenían esa relación particular de conversar por horas y muchas veces la acompañábamos de regreso a su casa, en ocasiones no estaba mi madre conversaba unos segundos con nosotros y se hiba. Conforme la edad le fue haciendo el paso mas lento y la memoria menos favorecida, las visitas entre mi tía y mi madre se hacían mas espaciadas, lo que provocaba fugas intinerante de estas dos personalidades, las hermanitas necedad. O se escaba mi madre a pesar de las consignas de que no saliera sola porque ya se le barría la cinta y caminaba como borracho sin pachita, o aparecía mi tía que había burlado la custodia de los nietos y en frenética huida ya estaba tocando la puerta, lo extraño es que quién fuera de las dos la que se fugara, la otra la incriminaba; para que te sales sola, te va pasar algo, que tal si te roban. Tú no te preocupes yo se lo que hago, ya estoy grande, todos por aquí me conocen, yo te podía haber ido a ver… Drama drama drama.
Una tarde estaba de casualidad en mi casa, mi madre ya no vivía conmigo todo el tiempo , una temporada se hiba con Sandra y un tiempo estaba a mi lado. Tocaron a la puerta y abrí, si, ahí estaba Enriqueta Dietrich Montiel con un chichón en la frente, sangre en las mejillas una mica de sus lentes rota y la rodilla y una mano raspada. ¡¿Tía que le paso?!,dije con un casi paro cardiaco, nada mijito esta tu mami? ( como que nada tía si vienes como dicen ustedes, como santo cristo). No no esta Tía pero que le paso pase siéntese la voy a curar( bueno disque curar). No no te preocupes si no esta tu mamá entonces me voy no quiero dar molestias solo venia a saludar,( ¿molestias? De que habla esta señora, ¡¡esta herida!!) tía estas golpeada, yo sin saber que pensar o mas bien pensando lo peor. Ah si mijito es que no vi bien la banqueta y zas que doy el ranaso, me tropecé y hasta allá fui a dar, pero estoy bien… Uy si que simpático suena, Si si esta bien , bien fregada tía... Le puse hielo en su chopotoma de la frente, le puse alcohol y mertiolate en los raspones y limpié sus lentes, sacudí su suéter, mientras mi tía repetía mil veces que no me molestara, que que pena, ¿que como había estado yo? que que contaba mi hijo, ¿que como hiba la vida?… en cuanto se sintió un poco menos movida seguramente por el impacto de caerse. Me dijo ahora si ya me voy. Le dije no tía, ahorita la acompaño a su casa, y nos fuimos, camino como siempre acelerando el paso, a la velocidad que ahora se le daba por el fregadazo en la pierna, llegamos su casa y me dijo aquí déjame hijo ya estoy bien, me dio mi bendición y me mando a mi casa con un enorme dolor interno y sentimiento infantil, como si el que se hubiera caído diez veces hubiera sido yo. El tiempo vino disminuyendo la audacia y vertiginosidad de mi tía, como las buenas divas se fue haciendo más del rogar para las entrevistas, se mantenía recolectando en su memoria recuerdos propios , imágenes personales con las que el mundo externo no podía ser empático del todo, solo los que teníamos pase personal no permitía de vez en vez, recordarnos un tantito como y quienes éramos, adorarnos como siempre siempre, ella la diva allá arriba, y uno, desde abajo admirándola en todo su esplendor por toda la vida.
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